Tras las elecciones más grandes de la historia de México del pasado 2 de junio donde se eligieron más de 20 mil cargos, hoy leemos titulares como: desplome del IPC o caída del peso frente al dólar.
¿Pero qué significa esto?
Las decisiones políticas y legislativas son un detonante de cambio en los mercados, principalmente por la incertidumbre que generan en los inversionistas.
Este año nos enfrentamos a dos grandes cambios políticos que definirán el curso del desarrollo de dos países con una estrecha relación: las elecciones del pasado 2 de junio en México y las elecciones en Estados Unidos el 5 de noviembre.
Estas decisiones afectan los mercados de acuerdo con la tendencia y planes de crecimiento por los que se perfilan los nuevos gobernantes electos.
En México, la Bolsa Mexicana de Valores presentó una de las caídas más grandes de los últimos años al día siguiente de la elección, es decir, el IPC (Índice de Precios y Cotizaciones) índice que representa el comportamiento de precios de las 35 empresas más importantes de la Bolsa, presentó el lunes 3 de junio una caída del 6 % frente a su cierre del viernes 31 de mayo (previo a la elección).
Esto se traduce a que las empresas enlistadas en la BMV perdieron valor porque los inversionistas tienen menos confianza en el mercado y por ello han decidido vender para invertir sus capitales en otros lugares.
La Bolsa Mexicana de Valores es un mercado en el que las empresas ponen a la venta parte de ellas para que los inversionistas las compren y así puedan obtener recursos para financiarse y crecer. Si más personas quieren vender que comprar, el precio de las acciones cae y viceversa.
Algo similar sucede con el peso frente al dólar donde perdió cerca del 3.9 % y también se atribuye a que los inversionistas hayan decidido retirar su dinero de los productos financieros del país para realizar inversiones con mayor certidumbre o esperar a tener más claridad para volver a invertir. A esto se conoce como fuga de capitales.
Esta decisión no solo se debió al resultado de la contienda presidencial, el cual ya se esperaba, sino a que el partido en el poder y sus aliados obtuvieron la mayoría calificada de la cámara de Diputados y estuvieron cerca de obtener la del Senado. El poder legislativo (la cámara de Diputados y Senadores) es el que se encarga de hacer las leyes, y al ser del mismo partido que el partido en el poder ejecutivo (presidente), puede reformar las leyes para ejecutar las acciones que desee impulsar.
Esto genera que los inversionistas modifiquen su patrón de confianza. Por un lado, se ha anunciado que en el proyecto de la próxima presidenta de México existan reformas constitucionales como la reforma al poder judicial (el que vigila la impartición de justicia) y la reforma electoral; y decisiones estratégicas en temas de salud, seguridad, educación, programas sociales y pensiones.
Pero también existen temas como el agua, la continuidad de los proyectos estratégicos iniciados por López Obrador como el Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas, los polos del bienestar, el Corredor Interoceánico y sus parques industriales, así como el incremento del salario mínimo, que es el referente de muchos factores de negociación como multas, pensiones y créditos hipotecarios.
Otro tema fundamental al que se enfrenta la próxima presidenta de México es el país con pocos recursos económicos y deuda, lo cual solo puede superarse por tres vías: un paquete de reformas fiscales más estricto, más deuda o una combinación de los mismos.
Para que la deuda no sea tan costosa, se requieren niveles de confianza estables, por lo que la próxima Presidenta deberá propiciarlos para evitar la deuda con altos costos, que se refleja en las tasas de interés y menor movimiento económico en el país.
¿Qué opinas?, ¿La próxima Presidenta de México logrará mantener una economía estable en el corto plazo?
Definitivamente este 2024 los mercados estarán muy sensibles a los cambios en la política, en noviembre veremos el impacto económico de las decisiones de los ciudadanos de Estados Unidos de América.
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